sábado, 5 de febrero de 2011

Crónica: Lori Meyers en Industrial Copera (Granada)

4-2-2011

Cuatro años y cinco meses. Ese es el tiempo que ha transcurrido desde que, recién descubiertos, viera por primera vez a Lori Meyers en el Aniversario del Ruido Rosa en Planta Baja (allá por octubre de 2006). Como decía, recién descubiertos con "Tokio ya no nos quiere", me enamoraron los escasos 20 minutos que tocaron. Incluyendo Dilema, que se convertiría en otra de mis favoritas.

Todavía recuerdo cómo el teclado de Julián casi me caía sobre la cabeza. Y que minutos antes, tocando con Los Pulevines, descubriera a Miguel (que ahora es parte de Lori Meyers). Un montón de recuerdos que hacen más especial estas palabras que hoy escribo.

¿Por qué? Porque hoy, en Granada, he celebrado un aniversario: mi décimo concierto de Lori Meyers. Y ha sido muy especial. Recién aterrizada en España y con 10 días por delante para disfrutar de mi tierra, no podía dejar pasar esta oportunidad. Y hasta me he llevado a casa la púa con la que ha estado tocando Miguel (casi le saco un ojo a la que tenía al lado). Otro recuerdo como algún que otro Setlist antiguo que guardo por ahí.

¿Qué decir del concierto? Sublime. Empezando con Viaje de estudios, recorriendo las canciones de "Cuando el destino nos alcance" e intercalando mis preferidas (Tokio ya no nos quiere, Dilema, La pequeña muerte, Mujer esponja, Sus nuevos zapatos, Hostal Pimodán, Luciérnagas y mariposas), coreando a viva voz los más conocidos hits (Mi realidad, Luces de neón) y por último haciendo delirar al público, como siempre, con Alta Fidelidad. Fieles a su estilo, fieles a su trayectoria, hoy me han hecho muy feliz.





Además, como en Granada estamos en casa y somos privilegiados, hemos tenido la suerte de ver en el escenario a una parte de Niños Mutantes
en Luciérnagas y mariposas.











Y a Antonio Arias, cantante de Lagartija Nick, en
La pequeña muerte.
¡No se puede pedir más!








Y no, nunca nunca nunca conseguiré hablar objetivamente de Lori Meyers. El día que ya no se me ponga el vello de punta en un concierto, ese día, entonces tendréis mi objetividad.



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